Un asentamiento humano digno está conformado por vías de acceso y tránsito en buen estado, atención de los servicios públicos eficiente, accesibilidad para todas las personas, viviendas dignas que permitan el desarrollo personal, la salud y la seguridad que un techo firme da, y un impacto ambiental mínimo para la armonía de los habitantes con su entorno, su conservación y sostenibilidad.
Las áreas verdes en zonas habitadas contribuyen a aumentar la calidad del aire y a reducir el efecto del smog, común en ciudades de todo el mundo.
Por otra parte, un sistema de movilidad urbana con accesibilidad universal y con transporte seguro, en armonía con una jerarquía de movilidad urbana que prioriza el tránsito a pie puede traer consigo un desarrollo económico sostenible. Con ello las ciudades aprovecharían los recursos disponibles y reducirían de manera significativa la contaminación, la marginación y la pobreza.
Ahora bien, aunado a servicios públicos e infraestructura urbana, los asentamientos humanos requieren de identidad para el arraigo. Para su consecución, la cultura juega un papel importante. El patrimonio cultural, representado por monumentos, conjuntos de construcciones y sitios con valor histórico, estético, arqueológico, científico, etnológico y antropológico, deben preservarse para cuidar este aspecto.
Es necesario construir una ciudad de oportunidades, donde todas las personas tengan acceso a servicios básicos, energía, vivienda, transporte y un patrimonio cultural sólido.